jueves, 19 de octubre de 2017

Fin

Quería escribir y a la vez me daba miedo.
Soltar todo de mí, perder lo que tengo dentro.
Quedarme vacía y tener que volver a definirme.
A llenarme; encontrar mis emociones de base,
enfrentar sentimientos y caídas.
palabras que calan hasta formar heridas.

Quería escribir y a la vez liberarme,
pero el miedo sigue presente.
¿Cómo no? Cada pensamiento es un afluente
del río de ideas que siempre me acompaña.

“¿Seré suficientemente válida?
No hagas esto o te enfrentarás a la derrota”.
Ya caí, ahora sólo puedo ir hacia arriba.

Temerosa, he dado pequeños pasos.
Orgullosa, aunque a veces he dudado.

Tambaleo, caigo y vuelvo a llorar.
“¿Tendrán ellos razón? ¿Tan mala soy de verdad?”

Sacudo la cabeza para volver a entrar en razón.
“El problema no soy yo, repítetelo, por favor”.

Mis ideas vagan formando tal torbellino…
¿Cómo quieren que esté cuerda en este laberinto?

Palabras, de nuevo, afiladas como cuchillos.
Soluciones a un problema que yo veo extinto.
“Muerto el perro, se acabó la rabia”,
pero la rabia habla, habla y nunca calla.
Sigue lanzando dagas envenenadas.
No sé si quiere hacerme daño, pero igual las clava.
Una a una, en línea recta, formando filas.
Directas, todas entran, y en mi corazón expiran.

Estruendo. Todo se ha roto por dentro.
Pero ni una lágrima caerá ante sus ojos atentos.

Paso a paso volveré a casa.
Me desvestiré y desnudaré mi alma.
Entonces saldrán las lágrimas, seguramente sin consuelo.

No puedo hacer nada, hace mucho que perdí el juego.

El agua purificará los miedos,
o los hará mayores, ya no los temo.

Sé que los ojos húmedos, el hipo del llanto
y el desconsuelo suelen ser malos consejeros.

Pero esta vez me fío de ellos,
porque vienen, aunque con dificultad,
de la decisión tomada.



No volveré atrás,
esta historia está acabada.

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